viernes, agosto 24, 2007

Historias del Autoservicio. Capitulo 18. UNA LLAMADA IMPORTANTE

Bipeter Hershuftter sacó el ultimo pitillo de su paquete de Bertimol y lo encendió lentamente. Estaba desolado. Él era un tipo alegre, vividor, aprovechado incluso. Vivia cada momento y saca tajada a todo lo que podia pero ahora… Algo le había pasado, algo que le había convertido en cualquiera de esos tipos depresivos que veia constantemente pasar a su alrededor. Cualquier sicologo imbécil hubiera achacado este repentino cambio de actitud a su turbulento pasado, o a una cierta toma de conciencia de la responsabilidad jamás tenida. Y un huevo. Aquel mal que le inundaba tenia un nombre que no queria recordar y una puta nacionalidad: Finlandia. Aquel hijodeputa finlandes de mierda jugador de curling era su peor pesadilla. Solo le quedaba un jugador para completar el album de Panini del Mundial de curling, aquel rubio sudanes, y cada vez que creia haber encontrado el sobre que lo contenía… aparecia aquella cara, aquel bigote como manchado de leche, aquella puta fachada de tio empanado. La cara del demonio misma, el horror más incontrolable… el puto finlandes de mierda.

Todo aquello se había convertido en una obsesión para Bipeter. Todos sus amigos tenían aquel cromo, de hecho era relativamente fácil que te saliera en algún sobre, pero a él nunca le tocó y los amigos no querían cambiarselo. Esta situación le hacía sentir sumamente estupido, como un niño pequeño en el recreo, y le costaba recordar que él era un follador nato, una jodida tuneladora carnal, un buitre compulsivo que se alegraba de sentirse superior a gente como sus (en todo caso queridos) amigos Pasto y Terre. Eso tenía que cambiar y desde la segunda mesa numero 7 del Autoservicio, decidió echar mano a aquello que durante sus peores tiempos le sirvió como la mejor de las terapias. Si aquello no funcionaba, estaría perdido. Cogio el telefono y marcó un numero que se sabía de memoria. Respiró hondo, toda su salvación se encontraba tras aquella linea telefónica. Debía actuar como él sabía. Un clic sonó más allá del cable.
-“Superconejito lesbico”, le atiende Rossanna, ¿qué desea?
Bipeter puso su voz más femenina, algo que con el tiempo había aprendido a hacer a la perfección.
-Si.. hola, quería una sesión…
-Muy bien señorita. ¿es socía?
-No
-En ese caso le debo hacer una cuenta. Será solo un segundo. Por favor digame su nombre completo, dirección y nombre clave con el que quiere que se le llame a partir de ahora.
-Erika Manfredi. Vivo en el 21 de Road Dark Park, avenida Jonston, Huberia, Polo Norte.
-¿Polo norte?
-Sí, ¿no ve el prefijo?
-No sabía que hubiera un pais constituido en el Polo Norte.
-Emmm ha habido una revolución, hace un par de meses, no lo ha oido supongo, estamos muy discriminados por la sociedad de la información eurocentrista. Los esquimales se levantanron en armas, mataron a los cameruneses hasta ahora en el poder y han constituido un nuevo Estado. La Republica Fria del Polo Norte (RFPN)
- Interesante, no lo sabía. ¿Su nombre clave?
-Pulgita Macarrones.
-Eh… Pulgitas Ma…
-Era el nombre de mi abuela.
-Ah, vale. Muy bien, le pongo con una de nuestras chicas. La primera hora son una moneda y media por minuto, después solo una moneda por minuto. ¿Todo claro?
-Cristalero. Muchas Gracias.
-A usted pulgita. Le paso con una de las chicas, se llama Eliane.
-Vale.
Bipeter esperó unos segundos mientras sonaba de fondo una canción de “Tokio Hotel” que se llamaba “Sabemos que damos ganas de vomitar”. Poco a poco se iba sintiendo a gusto, recuperando ese algo e su interior que lo diferenciaba de los demás, pero aun no se encontraba… estaba muy dubitativo y no todo marchaba bien.
-Hola guapa, soy Eliane.
-Yo Pulgita.
-Ah, eso es porque eres pequeña y juguetona, ¿no?
-Lo cierto es que durante años tuve pulgas, pero ya no.
-Ah… muy bien, no pasa nada. ¿Estas relajada?
-Me he fumado medio jardin, asi que si, estoy relajada. ¿Y tú?
-Estoy muy buena cariño. ¿Quieres saber como soy?
-Claro.
-Alta, morena, pelo muy largo y rizado, color de piel caoba, pezo…
-¿La caoba es una fruta, no?
-¿Qué?, eeeh.. no, la caoba es…
-¡Un helicóptero!, ay como se me olvidan las cosas, que tonta soy. Sigue cariño.
-Si, esto… porque no te describes tú…
-No. Lo siento. Bueno, si. No, es que… bueno soy asi, normal, una chica normal…
-Venga, seguro que tienes algo que te diferencia de las demás.
-Me falta una pierna.
-¿Si?, ah, que bien… digo, no, por favor, pero… vaya, no pasa nada… Esto… Volvamos al tema. ¿Te estas tocando ahora mismo?
-Pues no.
-¿No?, pues yo estoy tumbada en mi cama, solo tengo puesto un tanguita y me lo estoy quitando ahora mismo. Me estoy tocando y estoy muy muy cachonda. ¿Por qué no te quitas tu también la ropa?
-Porque estoy en la calle y estamos a menos treinta grados. Es lo que tiene la Republica Fria del Polo Norte (RFPN)
-Ah, entonces… al menos tendrás los pezones duros, ¿no? –la telefonista no sabía por donde atacar ya, y empezaba a sentirse desesperada.
-Si, como piedras magmaticas de esas cuando ya estan solidificadas, no esas con poros y que son un poco feas, de las bonitas.
-Muy bien, ¿quieres decirme algo, nena? Te escucho.
-Pues… lo cierto es que si…
-Bien, me estoy tocando mucho, te escucho…
-Bien, te queria decir… ay me da cosa… no se como decirlo…
-Vamos pulguita, estoy a cien, es el momento, ¡dimelo todo, dimelo todo!
-Vale – Bipeter se levantó del asiento, se puso el movil delante de la cara y gritó con fuerza - ¡Las lesbianas sois toas muuu cerdas, muu cerdas, te dirias que te fueras a tomar por culo si no fuera por que sois incapaces de to-mar, to-mar! takatakataka¿Me entiendes? ¡Lo que vosotras haceis no es sexo, son MANUALIDADES! ¡zorra!
En ese momento colgó y cerró los ojos. Ahí estaba. Todo fuera, sin tensión, sin nervios… lo había conseguido, volvia a ser él. Le daba igual que todo el mundo le estuviera mirando, le daba igual que aquella mujer se estuviera acercando a él… con un… ¿telefono? En la mano…
Nika Talbot le tiró con velocidad el movil a la cara a Bipeter y sus gafas saltaron en mil pedazos. Tropezó y calló al suelo. Nika, consumada esperta en el arte marcial con cucharilla (James del Rosario podía dar fe de ello), cogió una y se la clavó en la entrepierna.
-Toma manualidades, “pulguita”.
Bipeter, sonrió entre los insufribles dolores y alcanzó a decir entre el murmullo de la gente:
-Lo que yo decia, joder, lo que yo decia: muuu cerdas, muuu cerdas…