miércoles, julio 18, 2007

Historias del Autoservicio. Capitulo 13: EL HOMBRE DE LA SIERRA (Parte III)

El local empezaba a llenarse del apestoso rastro de la gasolina quemada por la sierra mecánica de James Del Rosario. Ya la había usado dos veces con fines seccionantes y eso, en un local cerrado, supone una buena capa de denso humo.

Mientras, los amigos Bepeter, el hombre de las estampitas de hockey, y Gary; sentados en la mesa 2 al fondo del local, empezaron a toser debido a la gran cantidad de la intangible marca de la muerte. Bepeter, muy cabreado por "el puto finlandés de mierda" que, de nuevo, volvía a salirle en el sobre de estampas, estalló debido a la circunstancia (unido esto a que lleva siete meses sin follar) y se levantó, ante la estupefacción de Gary. Éste intento retenerle pero Bepeter, por una vez en su vida, había decidido ser agresivo. Se dirigió rápidamente al lugar de dónde pensaba venía el humo, ya que no podía ver muy claramente debido al escozor que la gasolina quemada producía en sus ojitos decididos pero asustados como los de un cordero camino del matadero. Cuándo al fin pudo observar algo con claridad, vio a una mujer muy elegantemente vestida con una cucharilla a sus pies de frente a él, y de espaldas a un autentico armario empotrado sosteniendo una motosierra, que se carcajeó escandalosamente y tiró de la cuerda que la arrancaba.

Para sorpresa de Bepeter, nadie gritaba o gesticulaba. Todos estaban absortos esperando ver cuál era el plan de Nika Talbot, la mujer trajeada. Pero él no estaba dispuesto a seguir tragando humo, humo que por cierto, al ser arrancada la motosierra, fue a parar directamente a su cara, hecho que le convenció aún más de qué era el momento de imponerse. Dijo:

- ¡Eh, tú, PINTAMONAS! - Mientras avanzaba, y lanzó una torta al aire (Bepeter no le había pegado nunca a nadie, ni siquiera a nada) pero tuvo la suerte de, al menos, rozar el casco como de albañil que llevaba James y consiguió quitárselo, perdiéndose por el suelo del bar, cayendo en la dirección de Nika y su mesa.

James siguió el casco con la mirada y se dio la vuelta lentamente. Bepeter quedó fascinado por el estilo de peinado del cruento hombre, tan exageradamente estrafalario era qué le recordó al chiste del peluquero y, debido a los nervios, soltó una leve risa que fue rápidamente interceptada en el aire por las estruendosas palabras de Del Rosario, que se elevaban incluso por encima del motor de la sierra. Decía:

- ¡¡¡ LO QUE ME FALTABA ES QUE UN PARGUELA COMO TÚ INTERRUMPIERA MI MISIÓN !!! - y se lanzó a por él.

Stefanep no podía apartar la mirada de los dos cachos que quedaban intactos de su amigo Hertem, el del cambiador de materia. Y tuvo una idea al ver el servilletero que justo estaba en medio de las dos mitades, a modo de corazón metálico expendedor de papel. Usaría con su descuartizado colega y el metal el cambiador, intentando una fusión a lo Terminator 2. Lo activó y una especie de corriente eléctrica pero de color verdoso se dirigió en forma de rayo hacia el servilletero, creando una especie de campo de fuerza que englobaba las dos mitades de su amigo Troms. Un haz de luz deslumbró a todos los presentes menos a Virginia y Alicia, que aún llevaban las gafas de sol fashion de tenderete de rumanos. Sabían que eran malas para la vista, pero preferían eso a no llevarlas, eso era malo para su status y esto si que no se lo podían permitir.

Con el relumbrón, qué despistó a James, aprovechó Bepeter y salió por patas. Simplemente, se dio la vuelta y corrió como si viera a través del humo…como si viera el ventanal al qué se dirigía directamente, el mismo que horas antes habían repuesto, ya que la extraña visita, ese hombre que decidió salir por la ventana después de iluminar al personal a modo de Mesías de Todo a 1 Moneda, lo había hecho añicos de la misma manera horas antes. El hombre de la sierra se quedó observando la huida. No iba a perseguirle con una motosierra encendida en la mano, eso sería de locos. Así que grabó su cara en su memoria y pensó: - A la próxima, amigo, a la próxima – Y volvió a darse la vuelta lentamente mientras decía: - Pero vayamos paso a paso…

Una voz le interrumpió, y sus gritos resonaron en la sala cual hámster mientras le viviseccionan:
- ¡¡ WoooOOOooooOOooOW !! ¡¡ Fiiiieeesstaaaaa !!

Era el demente del dueño, Héctor, que estaba flipando. Estaba intentando lamerse el codo, que previamente se había llenado de crema pastelera para hacerlo más apetecible, cuándo olió el humo, salió hacia fuera y al ver el panorama, pensó que sus clientes le habían dedicado una fiesta sorpresa por su cumpleaños, que aunque era dentro de tres meses, le hizo tanta ilusión la idea que la creyó como cierta. Fue rápidamente al otro extremo de la barra y pulsó un interruptor, el cual hizo que varios láser emergieran del techo y comenzaran a inundar la sala entre el humo, a modo de discoteca ochentena.

- ¡¡ Graciaaas amigooos !! - gritaba subido a la barra mientras bailoteaba al ritmo de una paloma coja - ¡¡ No me esperaba algo así !! En el botiquín hay drogas, ¡ serviros vosotros mismos ¡ - gritaba mientras metía las manos en sus bolsillos y tiraba pastillas de éxtasis hacía arriba como si fuesen lacasitos, intentando cazarlos con la boca, e incluso las masticaba si lo conseguía.

Vio a Aretha, ya curada de espanto, con cara de aburrimiento, qué a su vez observaba al hombre de la sierra que no podía estar ya más desconcertado.

"Novatos" – pensó Rosseta. En ese preciso instante, vio algo metálico volar directamente hacía el motor de la sierra. Era la cucharilla que Nika tenía a sus pies. Masturbatori o su alter ego (aún Nika no podía reconocerle con ese absurdo casco) había recobrado la conciencia lentamente, y con una mirada hacía el infinito, cómo de autista. Al ver al hombre de la sierra y ver la marca Palmera de su sierra, no dudó en recoger la cucharilla que su hermana había dejado caer al suelo y se la lanzó al punto justo dónde el motor se atrancaría y griparía, no sin antes causar una sonora explosión en manos de James Del Rosario.

James chilló, Nika se volvió hacía su hermano y le abrazo fuertemente, tan fuerte que consiguió, sin quererlo, con sus zamarreos quitarle el casco, el cual cayo al suelo y cascó, nunca mejor dicho, con un sonido extraño, parecido al de un televisor cayendo a una bañera llena de espuma de gel de hotel. En ese momento, se separaron y al mirar a la cara a Masturbatori, observó que llevaba el mismo extraño peinado que el hombre de la motosierra, lo cual le hizo pensar. Pensó en qué, si le había salvado de una muerte prácticamente segura, no iba a rallarse ahora con que si eran hermanos de sangre o de casualidad, así que fuera él sangre de su sangre o su alter ego espacio-temporal, le daba igual. Le quería. Y es que los amigos se escogen, pero la familia...en fin…que todos tenemos nuestras filias y fobias…ya sabéis que quiero decir.

Pasto, Terre y Sr. Pitoso llevaban todo el rato luchando contra James Pelele, el que quería ser el héroe de la noche. Cuándo éste observo que el hombre de la sierra se quedó sin manos y, por tanto, sin sierra; dejó de forcejear intencionadamente con Pasto, ya que él podía liberarse cuando quisiera pero estaba cagado y sólo quería aparentar que quería enfrentarse a James, pero no realmente hacerlo. Fue hacía el asesino de los brazos reventados con intención de reducirle mientras éste estaba de rodillas, desangrándose lentamente y con una cara de furia inigualable, nunca llegaría Pelele a ver una cara parecida…ya que éste le lanzó un mordisco al más puro estilo caballero negro de los Monty Phyton, aunque James Del Rosario si qué sabía morder y le arrancó de cuajo la vena aorta, o la que sea que se encuentre en el cuello.

Mientras Pelele se desangraba, se le escuchaba murmurar : " Euppor si mouve " - una y otra vez, cada vez más largo, más agonizante..hasta que al fin..cayó y calló para siempre.

Pasto, Terre y Sr. Pitoso empezaron a descojonarse, llevaban un buen vacilón de "nosesabequéexactamenteperonoveascómonoshadejadodetocadosatodos". James Del Rosario parecía expulsar su último aliento mientras caía derrumbado al suelo, agotado, medio muerto; no sin antes quedarse mirando un buen rato hacía la mesa de Pasto y Terre, qué ya se habían hasta levantado de la mesa. Pasto se acercó y directamente, señalándole con el dedo, se iba a mear encima. Terre aplaudía y escudriñaba con la mirada como si estuviese en un cine y fuesen a salir los créditos.

Virginia y Alicia se acercaron al hombre desmembrado, agonizante ya debido a la perdida de una sangre que era de color extrañamente rojizo, como si estuviera mezclada con aceite de girasol. El hombre les pidió ayuda, mientras una le quitaba los zapatos y la otra le metía el tacón de aguja por un ojo. Los gritos eran indescriptibles. Para cuándo una ya le había reventado el globo ocular, otra ya estaba por la puerta con los zapatos en mano, y le decía: - ¡Eran Agatha Puig de la Cerda! ¡¡ Nunca lo habría imaginado !! - Y tras reunirse, mirarlos juntas y reírse por lo bajito cuáles zorras buscando un guarreo nocturno, se fueron rápidamente antes de que llegara alguna fuerza de la ley y el orden.

Al fin, en el bar reinaba la “habitual calma”. Aretha miraba al suelo con cara de cabreo pensando en que todas esas manchas de sangre iban a necesitar más de un bote de lejía para salir definitivamente. Héctor se había dado cuenta al fin de que ni eso era su fiesta de cumpleaños, ni la sierra explotando eran fuegos artificiales interiores, así qué, decepcionado, volvió a su cocina a experimentar un plato de nouvelle cousine, mocos sofreídos a la esencia de pedo diabético. Gary, el amigo de Bepeter, se levantó y se fue corriendo con cara de no volver nunca, no sin antes deslizarse con la sangre de James Del Rosario y caer sobre él, provocándole un gritito de nena que fue consecuencia del aumento del volumen de las risas de Pasto y Terre. Nika conducía a su hermano (o no) Masturbatori, que seguía con la mirada perdida, casi a rastras hacía la puerta, mientras iba diciéndole no se sabe qué cosas ininteligibles al oído.

Stefanep, por su parte, intentaba ver algo de lo que había pasado desde su mesa. Tanta acción le había dejado totalmente ido, no era consciente siquiera de lo qué había hecho cuando, de repente, lo recordó. Miró hacía dónde estaba el cadáver de Hertem Troms (¿o debería decir los medios cadáveres?) y no había nada. Sólo una voz:

- Stefanep, siempre supe que eras ímbecil, pero no sabía que llegarías a estos niveles tan altos y tan pronto...

Se volvió asustado al reconocer la voz de su colega y observó que del servilletero salían unas cuencas oculares iguales a las de su amigo Hertem.

Pasto llamó a Terre, ambos se acercaron riendo y le dijeron a…bueno…a esa cosa:

- ¡¡¡¡Míralo por el lado bueno tío, nunca te quedarás sin papel en el water!!!!

Todos, incluso Hertem o lo que quiera qué sea ahora, rieron al unísono. Al fin y al cabo, todos estaban medianamente o muy locos. Y habían sobrevivido a un auténtico infierno “colaborando”, así que…¿Por qué no reír? Sólo una persona quedó triste y taciturna, y ese era Héctor Rocha, el dueño, qué no conseguía captar la auténtica esencia de pedo de barrio obrero y la consideraba estrictamente necesaria para su nueva creación. Pero eso, amigos, ya es otra historia…