jueves, agosto 03, 2006

Historias del Autoservicio. Episodio 5. ADICTO A LAS FURCIANAS

En una de las mesas más escondidas del Autoservicio e intentando pasar desapercibido como en él era habitual, se encontraba Danny. Conocido por todos como “Moody” desde que su amigo Earvin decidiera llamarle asi el dia que se conocieron debido a que una operación peritonítica le impedía pronunciar las enes correctamente. El nombre de Danny le empezaba a resultar extraño incluso a él mismo.

Danny “Moody” Ford es un presunto Ingeniero que vive inmerso en un ambiente del que nunca quiso formar parte. Se deja mangonear facilmente por sus amigos que siempre consiguen que les invite cuando éstos no llevan dinero, que dicho sea de paso suele ser lo más habiual. Amante del juego sucio, y admirador de los pistons y los italianos, era conocido por sus repentinos arranques de genio... de mal genio, claro.

Hacía más de dos años que no sabía de ella salvo por terceras personas, había intentado borrar sus recuerdos e incluso buscó nuevas experiencias en paraisos lejanos, en uno de ellos una preciosa tailandesa le había estado a punto de proporcionar el placer que siempre había estado buscando, pero una vez más se quedó a las puertas de conseguirlo. Y allí se encontraba Moody, esperando reencontrarse con ella una vez más, esperando volver a ver aquella mirada virginal que tanto gustaba a los que buscaban su compañía, esperando tras esos dos años que esta vez fuera diferente, esperandola a ella, a ‘su’ furciana.

Mientras jugueteaba nerviosamente con el servilletero a la espera de que le trajeran el zumo, Moody escuchó como la puerta del autoservicio se abría, un rápido vistazo le devolvió a la realidad, falsa alarma, era Bepeter un vecino suyo que se sentó junto a sus colegas Pasto y Terre que estaban en una de las mesas del autosevicio, Moody decidió no cruzar la mirada con ellos y así evitar el tener que saludarlos, así que fijó su mirada en el inmenso trailer que acababa de salir del aparcamiento dejando tras de si una nube de polvo, a traves de la cual apareció de repente la sencilla figura que tanto anhelaba.

May Gooden es una bella furciana que conoció a Moody paseando por una antigua via ferrea, desde entonces su relación había sido un infierno para ambos. Le gustan los personajes sombríos e introvertidos que suele encontrar en los lugares más inverosímiles. Y a pesar de su alto coeficiente intelectual y de los consejos de sus compañeras furcianas, acababa tomando tanto cariño a sus acompañantes que nunca les olvidaba y volvía con ellos una y otra vez.

Haciendo un gesto con la mano y con una estúpida sonrisa en la cara Moody saludó a May y ésta se sentó frente a él.

- Hola, qué tal, cuánto tiempo - dijo May con frialdad.
- Si, si, mucho tiempo… - demasiado pensó Moody.

Y allí se encontraban, mirandose a los ojos y sin nada que decirse desde que su relacion acabara aquel triste y recordado dia en el que el Ku-Kux-Klan volvió a salir a las calles. Y tambien el dia que Moody fue introducido en un mundo alcoholico, humeante y de plastica lujuria por un delincuente de poca monta al que invitaría aquella noche a beber. Desde entonces Moody no podría alejarse de aquel adictivo estilo de vida.

- Se que te he tenido sin admitir en mi vida durante mucho tiempo pero… - May por fin se decidió a hablar- aquí estoy, una vez más he vuelto.
- Lo se, lo se todo, y sabía que volverias, siempre lo haces - Moody intentaba mostrar seguridad mientras hablaba, sin embargo sus temblorosas manos siempre le delataban, nunca sabía que hacer con ellas salvo cuando se encontraba en su habitación delante del ordenador.
- Bueno, y ahora qué.
- Vaya, veo que sigues como siempre, sin ser capaz de tomar la iniciativa. - aunque eso era algo que Moody siempre le habia echado en cara, la verdad es que él mismo fue despedido de su trabajo por un motivo similar.
- Bueno eres tu quien me llamaste, asi que tu dirás.
- En realidad solo queria volverte a ver, y asi poder despedirnos una vez más.
- ¿Otra vez? Sabes que no soporto despedirme de ti, que siempre acabamos mal.
- Si pero soy adicto a tus despedidas, supongo que al igual que les pasa a mis colegas que siguen bebiendo a pesar de saber que acabarán echando la pota, yo necesito que me vuelvas a rechazar aun sabiendo que esta noche vomitaré tu nombre una vez más.

La mirada de May se volvió aun más triste, y Moody que no pudo soportarlo apartó sus ojos de ella por primera vez desde que entrara, para acabar fijandose en la mesa donde estaban Bepeter y compañía junto a… Valentino Rossi? ¿Qué demonios hacían hablando con él?. Tras unos momentos de sorpresa su mirada volvió a buscar a May que se había levantado y se marchaba del autoservicio, esta vez ni siquiera habría despedida. “Putas Furcianas” pensó Moody por enésima vez.

By: David F. Alias Mugi