jueves, agosto 17, 2006

Historias del Autoservicio. Capitulo 8. 30 MINUTOS MÁS

Nika Talbot sale del cuarto de baño de aquel estrambotico autoservicio cuando ve entrar a su hermano, Masturbatori.

Nika Talbot es una mujer sería, empresaria. Tiene una capacidad para enamorar al ajeno basada en su apariencia de dominio. En todo caso, cuando se enfrenta a su hermano mayor, decide simplemente mantener una actitud pasiva. Le deja ser.

Masturbatori Talbot, si de algo se siente orgulloso, es de su nombre de pila. Es un pequeño perdedor que siempre busca el camino más fácil, incluso cuando este camino esta señalado con luces de Peligro que se ven desde lejos. Se vanagloria de ciertas cicatrices, que presume son de guerra. Su hermana sabe, pero nunca lo cuenta, que son heridas de cuando los chavales le pegaban en el colegio y le robaban sus botines. Masturbatori odiaba el buen gusto de su madre elgiendo botines.


-¿llevas mucho esperando?
-No, no, acabo de llegar, estaba en el cuarto de baño. Tienes que entrar en ese cuarto de baño, en serio.
-No hemos venido a hablar de ti, ¿verdad Nika?. Sientate aquí. No no, aquí, en la siete, el seis es el numero de diablo, el 3 es la triangulación, el cuatro es…
-Vale. Nos sentamos es la siete.
-¡Señora! Mueva ese culo negro natural y ponganos un par de cervezas. ¡Frias como la puta amantis religiosa cuando tiene que matar a su marido, ya me entiendes nena!
-Hace como dos años que no nos vemos, Mastu, crei que habias muerto, o peor, que te habian detenido.
-No me seas zorra. No se que coño es de tu vida tampoco, pero si se que cuando veas esto que tengo que enseñarte te vas a cagar encima de tus pantis de ejecutiva.
-No llevo pantis.
-Te he dicho que no me seas zorra. ¿Te acuerdas de nuestro profesor del instituto?
-El señor Tompsen.
-El mismo. El tio era un genio, si recuerdas. Hace poco se anunció por toda la ciudad que daría una conferencia, para dar a conocer su último gran invento, que demostraria además la existencia de una dimensión paralela.
-Entiendo.
-La conferencia fue ayer, y yo asistí.
-Eso si que me sorprende.
-La cultura no cierra puertas a almas que divagan por medio gramo de polen. ¿Lo sabías?
-Creo que no.
-El caso es que fui, y… no te lo vas a creer hermanita, mientras el tio soltaba toda la chachara y presentaba el invento… ¡fui al camerino y el robé el trasto!
-Pues mira, si que me lo creo.
-¡Y aquí está! Como están las cosas en el frigorifico cuando abres la puerta por tercera ver buscando chocolate. ¡Si no hay chocolate no hay nada que hacer! ¡No hay solución!
-Ya veo. ¿Y por qué me has llamado?
-Hermanita, eres una mente racional, quiero que la primera persona que vea esto sea, bueno…una personal… no como mis amigos, si no…
-Normal.
-Exacto. Verás, según Tompsen hay dos planos de existencia. Nosotros estamos viviendo en uno, este, pero hay otro, donde vivimos una vida paralela, y seguramente distinta. Digamos que los primeros cinco años en ambos planos mi vida fue igual, seguian el mismo camino, pero un dia en este plano de existencia decidí ir en taxi a ver un partido de curling y en el otro plano me decidí por el autobús ¿entiendes? A partir de ahí mis dos vidas se separaron en dos vias y ya son distintas. Los agujeros negros son la puerta entre ambas dimensiones y bueno, este aparato de aquí es, básicamente, un agujero negro artifical. Como un consolador anal.
-Primero: dudo que con cinco años cogieras el autobús. Segundo: ¿Cómo sabes que este trasto funciona? Tercero: ¿ese trasto no es muy pequeño para poder entrar?
-Ya las vas jodiendo, ¿eh? Tompsen dice que ha experimentado, él ya ha tenido viajes extra… dimensionales con el aparato. Y por si no te has fijado, este aparato es un casco.
-Me he fijado.
-Simplemente te lo pones en la chota y es tu cerebro es el que viaja a tú otra dimension. Mientras tanto, tu otro “yo” viene a esta dimension. Porque es evidente que no pueden quedarse tus dos “yo” en el mismo plano.
-Claro. Pues bueno, ¿a que esperas?
-Allá voy baby sister. Tienes que ayudarme. Ves, encima de mi frente, hay un marcador, bien, ahí debes poner el tiempo que deseo estar en la otra dimesión. Pon… veamos veinte minutos.
-¿Veinte? Eso es muy poco. Pon media hora más, al menos.
-¿Si? ¿seguro?
-Claro, que te va a pasar por 30 minutos más…
.Okey. Pon 50 minutos entonces. Ahora dale al boton azul cielo demacrado y a esperar… Te en cuenta que mi otro yo viajará a este sitio, no te asustes… ¡Ah!, y este aparato tiene un radio de alcance pequeño. Quiero decir que no puedo moverme mas de 50 metros desde el punto original. Básicamente ni yo ni él podremos salir de este autoservicio durante los 50 minutos. Si no, nuestros cerebros harían PUM, y explotarian.
-Vale.
Nika pulsa el botón y la respiración de su hermano se acelera. Es un tipo atrevido pero siempre intenta saber que le espera en el siguiente paso. Hoy, ahora, no hay vuelta atrás, no sabe que habrá en la otra dimensión. En todo caso, él tiene una idea muy clara: desfasar todo lo necesario durante esos 50 minutos. Será su otro Masturbatori quien cargue con las culpas de todo lo que le de tiempo a hacer… Y ese es el gran experimiento para Masturbatori: no es viajar a la dimension desconocida, no es saber que tipo de vida llevarias si hubieras cogido el autobús… simplemente, él quiere saber cuantas barbaridades se pueden hacer en 50 minutos. Y lo cierto es que otra dimensión es un lugar ideal para probarlo.
De pronto todo empieza a nublarse. Masturbatori intenta mantener la mirada fija en un punto y se decide por un camión aparcado en la explanada del autoservicio. Sorprendido, ve como el camión poco a poco va cambiando de forma… Se hace más bajo, y más ancho. Un retrovisor empieza a alargar su figura, un metro, ahora dos… No entiende que está pasando. Empieza a escuchar pequeños sonidos sordos, no los puede identificar porque suenan como si estuviera hundido en lo más profundo de un lago… Pero le da la sensación… ¿es posible? Parecen gritos… El cielo es totalmente negro, ahora lo puede ver. Hay pequeños centellazos de luz, como relámpagos. El camion sigue cambiando. Ya no es un camión… parece, si ese tubo alargado, tiene que es… Subitamente, como si emergiera a la superficie del lago, todo se hace claro. Masturbatori está confuso. Oye gritos y explosiones. Él está sentado en su mesa numero siete. Aquello es el autoservicio pero… no lo és… No tiene techo y falta parte del muro donde antes estaba la puerta del bar. Hay algunas personas tiradas en el suelo, gritando. Reconoce a su amigo Gary Smirnoff. Esta bajo una mesa, con una AK 47 y la cara algo manchada… Parece que tiene sangre. Le mira.
-¿Qué coño haces Masturbatori? ¡Que coño haces!, ¡bajate de ahí ostia! ¿No ves que vienen? ¿no lo ves?
Masturbatori gira la cabeza, el camión se ha transformado en un tanque azul oscuro que avanza lentamente. Junto a él, decenas de hombres y mujeres, vestidos con un mismo uniforme color amarillo, corren hacia el autoservicio. Uno se frena, a lo lejos. Le esta apuntando. Masturbatori salta hacia el suelo y esquiva una bala que llevaba su nombre.
-¿Qué… que coño pasa?
-¡Tenemos que salir de aquí, Masturbatori!
-No… no puedo… solo… 50 metros, no puedo salir de aquí!
Varias personas se arrastran por el suelo e intentan llegar al almacén del autoservicio. Allí hay una puerta trasera. Todos van saliendo. Gary Smirnoff se gira, justo antes de salir.
-¿Te quedas?
-Solo 50 minutos, Gary, tengo que quedarme aquí… 50 minutos…
-¡Que dices, los Palmera estaran aquí en diez minutos, en veinte quizas! Me voy.
Todos abandonan el autoservicio. Masturbatori se esconde bajo su mesa número siete, con un tenedor en la mano… Pasan los minutos lentamente, cinco… diez… quince… veinte… Los pasos están aquí, oye los gritos de aquellos tipos de uniforme amarillo, avanzan cantando “Palmera vencerá, porque Palmera es muy bonita”. Ve a uno entrando por el muro derruido, otro se sube al mostrador, encima de una mujer que yace muerta. Llevan unas extrañas gafas y enseguida aquel tipo se percata de la presencia de Masturbatori. Le apunta con su arma. Masturbatori está acurrucado, balanceandose, mirando al suelo, con los dientes apretados y odio en su mirada, mientras repite como un loco, una y otra vez: “que te va a pasar por 30 minutos más… que te va a pasar…”