jueves, diciembre 27, 2007

Historias del Autoservicio. Capitulo 30. Movida concreta: PUMIYON






Greed Garrett “G.G” era uno de esos tipos que va por la vida creyendo saberlo todo. Ya con 26 años trabajaba para la prensa, mas concretamente para Mass Control Press, lo que le ayudaba consistentemente a mantener un ilustrado despotismo que hoy a sus 49 años aun conservaba. En el mundo en que se movía, Greed tenía muchos apodos; “pluma de oro”, “la voz del pueblo”, “el intrépido”…Cualquier cosa que el hiciera tenia serias posibilidades de dar el bombazo informativo, del día, del mes o del año. La gente que leía sus artículos tendía a memorizarlos para luego comentarlos en sociedad, tanto era así, que se hacia raro en el día a día de una familia cualquiera, no escuchar alguna discusión o dialogo inspirado en una de sus noticias. Sus detractores solían decir de manera frívola que Greed era como los crucifijos, nunca se sabía donde podía uno encontrárselo. Y que si ibas a hacer algo malo o escandaloso debías primero llamar a la prensa, para no darle a Greed la exclusiva. En definitiva, podríamos decir que Greed, era el periodista “chismoso” del siglo.
Tiempo al tiempo Greed recibió un chivatazo de uno de sus contactos habituales a este lado de la ciudad, Hill Sobed. Durante una conversación entre ambos Hill informo a Greed sobre un hecho inaudito: Al parecer en algunos restaurante y locales de la ciudad se estaba empezando a comercializar un producto vendido dentro de la categoría del marisco, pero que según Hill no era tal cosa, parte de esta conversación ocurrió así:

−Te lo digo en serio Greed, no es marisco.

Sorprendido por la noticia que podía estar perfilando su confidente, Greed, libreta en gabardina, decide ir personalmente a un autoservicio de los mas famosos en este lado del planeta para comprobar por el mismo la veracidad de esta noticia, que de ser cierta, buen partido le reportará…a nosotros, nos reportará el partido…digo, la noticia.





Greed acababa de dejar su gabardina a su derecha sobre el asiento. Antes de sentarse miro a ambos lados como quien espera para cruzar la vía. Todo parecía “normal” para el, quitando al hombre del hombro cubierto de pelos de mono gris, que podría estar detrás de un negocio ilegal de trafico de animales protegidos. O, a la señora mayor que disimuladamente alimentaba con unos palillos chinos a un luchador de sumo tatuado con motivos navideños, para Greed, posibles victimas de un negocio ilegal de acompañantes de lujo. Pudo haber dedicado su valioso tiempo a investigar tales cuestiones, pero ¿ya sabemos por que había venido?, ¿no?

Espero a que pasara cerca suya para levantar con elegancia la mano derecha, mostrando un caro de reloj de imitación para llamar la atención de la camarera.

− ¿Y tu qué quieres? − Preguntó amablemente la camarera.
−Quisiera la carta, por favor − Respondió Greed con una ensayada sonrisa de caimán.
−No nos queda. Tendrá que comer marisco. − Replicó ella.
− ¿Marisco? Estupendo, pero… ¿Qué marisco están sirviendo?
−Pumiyon
Al escucharlo, Greed, que no pudo evitar reírse, quiso pronunciar una frase sin suerte alguna.
−Oiga amigo, si va a cachondearse de mi, sepa que puedo hacerle tragar una hoja de reclamaciones y hacérsela cagar rellena y limpia. − Advirtió molesta la camarera. Greed que no había terminado de reír se apresuró a resolver la incomoda situación − Si, si por favor tráigame usted el pumiyon. Gracias.

Todavía entre risas, Greed advirtió como un hombre de extrema delgadez y con atuendo de faquir trataba disimuladamente de llamar su atención:

−Ehhh. Tssssssss… ¡TX! ¡Usted! ¡El periodista famoso! − Greed lo miró arqueando su ceja izquierda.
− ¿Me habla a mí? − Le pregunto el
−No, estaba hablando al servilletero. Pues claro idiota, escuche…Le he oído pedir Pumiyon, ¿si?
−Si
− ¿Va usted a comerlo? − Antes de contestar, Greed lo pensó.
−Supongo…
−Si no lo acaba, ¿Le importaría pasarme los restos? − Greed, que podía oler una “fuente” como un perro policía el trasero de un marroquí, acercó su culo al del otro hombre sin levantarlo del asiento, para hablarle en un tono más confidencial.
−Yo le daré encantado los restos, pero dígame, ¿esta muy rico ese…”Pumiyon”?
− ¿Rico? claaaro, como los pezones de la Hilton amigo. Yo he recorrido 80152 kilómetros solo para venir aquí a comerlo.
− ¿Esta de broma? ¿Me esta diciendo que ha recorrido 2 veces la tierra en línea recta?
−No, no solo una vez, en monopatín, pero le faltaba una rueda delantera. Nono hombre solo bromeaba. Vivo aquí al lado, el traje de faquir me lo prestó mi cuñado. Es que como estamos en navidad…ya sabes.
−Ssss…si
−Pero le diré algo. El Pumiyon lo traen del caribe. De Haití. Es un marisco muy “especial” ¿sabe?, según e escuchado, lo tomaban los hechiceros que hacían budú.
−Interesante. OH discúlpeme, parece que ahí viene mi Pumiyon.
−Claro, claro como no − Y Tras disculparse, Greed volvió a su posición original.

La camarera, puso sobre la mesa lo que Greed había pedido. Una jarra de medio litro que contenía en el fondo un extraño líquido blancuzco, parecido al esperma de ballena. Sobre este había una capa de dos o tres centímetros de algas de extraños colores. Antes de que lo hubiese siquiera tocado, un humo que emanaba de la jarra cobró la forma de un esqueleto que bailaba como jamiroquai si se hubiera electrocutado, o eso parecía.

−Es el Pumiyon amigo − Comentaba el hombre del traje de faquir. Geed se dispuso a coger la jarra, pero antes de que lo hiciese, el hombre sentado a su lado, volvió a comentar:
−De Haití
−Ya, ya − Greed se dio unos segundos antes de proponerle a aquel hombre lo siguiente:
− ¿Qué le parece si hacemos esto? Usted se comerá mi Pumiyon por mí, y si le gusta, se lo regalaré y pediré otro para mí.
− ¿Es que tengo cara de pederasta?
− ¿Qué?
−Pues lo soy, pero no pienso comerme eso, por que una cosa es ser un pederasta inglés vestido de faquir y otra muy distinta estar loco.
−Olvidelo − Sin querer prestar más atención a aquel hombre Greed agarró la jarra y se la llevo a la boca.
− ¡Alto! ¡No lo haga! Si lo bebe, ¡harán budú con usted!, ¿¡Es que no lo entiende!?
− No, no lo entiendo y si no deja ya de molestarme voy a hacerle chantaje al ministro de exteriores para que lo deporten a Nicaragua − Contestó notablemente indignado Greed.
− Siempre he querido ir a Nicaragua en navidad.
Greed lanzo una mirada al hombre haciendo juego con ambas cejas a la vez para parecer más intimidante. Luego se puso de pie y volcó el contenido de la jarra de un solo trago en su gaznate para acto seguido volverse a sentar y eructar con fuerza.
− ¡Ya esta! Lo he hecho, he tragado el Pumiyon.
−Esta loco, se lo advertí y no quiso escucharme, ahora harán budú, ¡budú con usted!
−Mire como tiemblo − Aprovechando que la camarera pasaba cerca, Greed la llamó.
−Oiga, seria tan amable de darme otra mesa, es que este hombre no a parado de molestarme.
− ¿Y que vas a hacer con la mesa? ¿Pegarle?
− ¿Sabe que? Olvídelo, tráigame ya la cuenta, no aguanto más

La camarera fue caminando a pedir la cuenta, dejando ver su trasero en forma de hemisferio contonearse al ritmo de los tambores de guerra; un, dos, un, dos…
Al regresar, le trajo a Greed la cuenta en la que figuraba una cifra desorbitada que ni siquiera un bolsillo VIP como el suyo se podía permitir.

−Oiga señorita, que es esto ¿La cena de los 5 continentes? Yo no tengo este dinero
−Pues entonces, tendremos que denunciarle.
− ¿Qué? No, no espere….espere, tengo una reputación, usted no…no puede hacer eso
− ¿Quiere apostar?
− ¿Es que no hay ninguna otra forma en la que podamos solucionarlo? Quizás usted y yo…
−Mira, el Pumiyon es un producto nuevo y quitando es escaso beneficio estandarizado para la comunidad hostelera, todo lo demás se lo debe usted al distribuidor, así que si lo habla usted con el…
−Perfecto, perfecto − Y Greed se puso a buscar nerviosamente con la mirada a…
− ¿Quién es?
−Es aquel hombre negro, que tiene la cara pintada como en un video clip de Prodigy
−Ahhh, gracias…iré…a hablar con el − Y sin perder mas tiempo, habiéndolo identificado Greed se sentó en la misma mesa que el peculiar tipo que estaba guiñando el ojo al otro hombre vestido de faquir y que curiosamente, ya se iba. Ya junto a el:
−Oiga amigo, es usted el distribuidor del Pumiyon.
−Sep y déjeme adivinar, no tiene usted dinero
−Me temo que no, pero por favor no me denuncie, haré lo que me pida.
Y metiendo la mano bajo la mesa el distribuidor saco una maleta usada en la que se podía leer “Dont Worry, Be Slave” y se la entregó a Greed, para añadir:
−Aquí tiene; kilo y medio de algodón prensado, 780 remiendos de saco de maíz estándar, hilo, un juego de agujas, y témpera fluorescente…
−Espere, espere. ¿Qué voy a hacer yo con todo eso?
−Budú, hará usted budú…vera vamos a comercializar el producto del Pumiyon en McChorras y ya sabe como son ellos con la promoción, el marketing lo es todo. Necesito tener listos 10 centenares de muñecos Pumi-Budús para la semana que viene, así que le parece si usted los confecciona, salvamos a un par de niños de Camboya y arregla usted su deuda.
−Si, gracias, gracias me pondré de inmediato
−Si pero no lo haga aquí, podrían copiar nuestra estrategia comercial y no queremos eso ¿verdad? He hablado con Héctor el dueño del local, le dejara el aseos de caballeros para confeccionar los muñecos, hemos rejado la ventana del lavabo así que no haga ninguna estupidez, que yo no le haya pedido
−Si, si − Asintiendo a la par que se desplazaba hacia el excusado, el distribuidor añadió:
− Y date vida.
By: Josss

viernes, diciembre 14, 2007

HISTORIAS DEL AUTOSERVICIO. Capítulo 28 y 2/3: Judith no es un nombre de tango.

Judith Cháves entró en el autoservicio a media tarde, sabía qué esa era la hora en la que Héctor siempre estaba en el local, ya que era su “momento clever” como a él le gustaba llamarlo. Siempre se le erizaba un poco el pelo al entrar, como con una especie de escalofrío. “Los malos recuerdos…” intentaba autoconvencerse siempre, pero en el fondo, una recóndita parte de su cerebro sabía que lo echaba de menos, ese ritmo frenético, esa gente tan rara, ese dueño tan loco y tocarse mucho el higo, con perdón, cobrando muy bien.

Ella fue camarera del autoservicio hace mucho tiempo, llegó a conocer al antiguo dueño y el antiguo local. Pero lo dejó por implicaciones sentimentales con un cliente un poco maníaco persecutorio, cuyo nombre no podía recordar por su difícil pronunciación. Tuvieron una historia de amor de flechazo, de ése que en cuánto se cruzan miradas se ve venir ya lo demás, de ése que incluso te agobias pensando en que jamás encontrarás otra persona más adecuada para ti, de ése que te vuelve imbécil perdido y haces cosas que no harías con la gente que no te importa una mierda (curioso esto del amor, sí)

Pero en cuánto ella le comentó que tenía pensado ir de misionera al Amazonas para ayudar a los pobres indígenas a no limpiarse el ano con ortigas, él pasó de ser un mindundi (su mindundi) a convertirse en lo más parecido a Ramón García puesto de cocaína, un pesado que te cagas. Dejó el autoservicio y él comenzó a mandarle kilos de rosas empaquetadas al vacío con una nota que jamás encontrada ni buscada entre las espinas; siguió el particular acoso mandando tunos bajo su ventana para que le cantaran la del lunar en la nalga (¿o era en la mejilla?); cuándo se dio cuenta de que los tunos no funcionaban, mandó unos mariachis…y más tarde al grupo El Sueño de Morfeo, lo que le costó a la pobre muchacha una orden de alejamiento de los vecinos y un forzoso traslado. Y es que una cosa es armar ruido y otra cosa es ya lo del Sueño de Morfeo. Ya que tu marido cobra 40 millones de euros al año (como se han encargado los medios de grabarme a fuego en la mente), podrías dejar de trabajar y así descansas tú y los oídos de todos los desgraciados que hayamos tenido que oírte alguna vez.

Desahuciada, la pobre Judith pensó que así, al menos, no sabría dónde mandarle más músicos de mierda. Pero claro, él comenzó a perseguirla. Parecía un Batman cutre, sin los músculos. Sabía siempre dónde estaba, aparecía por las esquinas oscuras reclamando amor. Así que ella, sin ningún tipo de explicación, cogió camino y se fue al Amazonas dónde vivió experiencias inigualables y le picaron muchos bichos distintos, provocándole ronchas multiformes y multicolores, cuales cereales de avena con colorines pegados a la piel.

Y ahora ha vuelto, no tiene ni una moneda ahorrada y como lo de ser voluntario es, como su propio nombre indica, para pobres (los ricos hacen másteres)…decidió pasarse a pedirle a Héctor Rocha dinero atrasado, cosa que había hecho ya varías veces antes de irse de viaje a la selva y siempre había colado.

Al entrar vio a Héctor en la barra tirándose pedos sobre los fogones de gas con la llave de paso abierta (momento clever). Al dirigirse hacia él, observó el pedestal dónde se encontraba el pobre servilletero vidente, y al mirarlo de cerca, sintió que los ojos de ese servilletero le resultaban familiares…muy familiares…y de repente…recordó el nombre que llevaba buscando desde que pensó en volver a aquel psicodélico autoservicio. Entonces, espetó con una voz temblorosa, entre miedo, regocijo y ganas de cagar atrasadas:

- ¿¿¡¡ Hertems ??!!

Hertems, que estaba un poco traspuesto ya después de 10 días diciendo gilipolleces a todo el mundo, también se sobresaltó al verla y dijo:

- ¡¡¡ QUE ME ASPEN !!!

Judith Chávez fue campeona del mundo de tamaño de espalda en Córcega, subcampeona de waterpolo con la selección de Chile en el hotel Hesperia de Chicago y tercera en el Tour de Francia femenino de doping sin pastillas internacional. Quizá por eso sus hormonas andan algo alteradas. Ella está cansada de desmentir su transexualidad, aún a pesar de que la duda sigue estando, cosa que nunca se explicó. Siempre fue una chica (o no) solidaria y ha dado más de tres vueltas al mundo yendo a distintos lugares arreglando problemas que, al fin y al cabo, se hubieran caído por su propio peso; pero ella disfrutaba mucho conociendo nuevas culturas, aunque tuvo un problema diplómatico al estrangular a un indígena del Amazonas en su último viaje al levantarle el guarrete la bata de voluntaria mientras gritaba "ula jsuse paketon" (que viene a significar: yo creo que ésta tiene rabo) Le atraían los inventores; quizás por eso estuvo con Hertems, o quizás porque nadie más quiso estar con ella. Nunca lo sabremos, o sí.

martes, diciembre 11, 2007

HISTORIAS DEL AUTOSERVICIO. Capítulo 28 y 1/3: Los peores 10 días de mi nueva y metálica vida

Día 1

Cuando todos terminaron de reír la gracieta de Pasto y Terre que, muy ingeniosamente, le hacían ver el lado bueno de ser un servilletero al pobre Hertems, la gente fue saliendo lentamente del autoservicio ya que aquello apestaba a una mezcla de gasolina, triskys pasados de fecha y restos de pino infestado de procesionaria. Aparte, claro está, que la imagen de un sitio con charcos de sangre que ni en Kill Bill oiga, como que no se prestaba mucho al consumo. (Ver capítulo 13, tercera parte)

Hertems, intentando hacerse a la idea de cómo sería su nueva vida, decidió salir también. Le dijo a Stefanep que le cogiera y se lo llevara a su casa. Stefanep puso cara de haberse comido una guindilla roja mojada en salsa de churrasco, y le respondió:

- ¿A mi casa tío? No, no, no… ¿cómo quieres que le explique lo tuyo a Ono? Llevo viviendo con ella un mes, creo que es la chica de mis sueños y ¿pretendes que llegue con un servilletero parlante? ¿Qué clase de persona pensaría que soy?
- Pues Stefanep, pensaría que eres una persona lo suficientemente honrada como para ayudar a UN AMIGO al que, con perdón de la expresión, le has jodido la vida – dijo Hertem
- ¡AH, acabáramos! Así que te he jodido la vida… ¡Te la he salvado, Hertem! ¡Estabas medio muerto, despedazado! ¡Tendrías que besarme los putos pies con tus grises y deslumbrantes labios metálicos y dejar de pedirme favorcitos, qué ya tienes una edad, coño! ¡Anda y que te den!

Y Stefanep se fue. Sin más. Ni corto ni perezoso, se largó dejando atrás los insultos de Hertem a grito pelado (insultos muy académicos por otra parte, como zopenco y bellaco) Atraído por estos gritos, se acercó Rocha:

- ¡Woooowowowowowowow! ¿Hablas?...



Día 4

Héctor Rocha estaba MUY loco, pero no se puede negar que tenía un don para el marketing. El autoservicio cerró un día para limpiar por completo (o al menos, limpiar sangre y vísceras, que eso como lo dejes se reseca y ni con Cillit Bang oiga). Al tercero, como Dios pero en cuatro días menos, descansó. Y al cuarto, reabrió con una gran novedad que se encargó de publicitar con unos grandes neones que le costaron una pasta; éstos rodeaban el autoservicio y rezaban textualmente: “El hombre-servilletero te leerá el futuro si te bebes un chupito de licor de Craken egipcio WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOW. No se admiten reclamaciones en caso de incumplimiento ya que el destino no existe y el futuro fluctúa por tus estúpidas decisiones diarias. Un saludo Mamá”




Día 7

Al lado de la máquina musical que provocó la crisis nerviosa de Chris Stockholm, había situado Rocha a la nueva atracción: Hertems. Estaba en un pedestal de acabado jónico-corintio comprado en el chino de al lado, rodeado de luces de navidad ya que el presupuesto de Rocha se acabó con la columnita y tapado por un cristal a modo de campana, que me gustaría decir que era cómo el que tapa los donuts en todos los autoservicios de las películas, pero no diré que era cómo ese porqué era exactamente el mismo que los cubría hace menos de una semana. Ahora los donuts estaban a la fresca y, curiosamente, esto junto a la presencia del “vidente” hizo que aumentaran los beneficios. La gente siempre fue gilipollas, en resumen.



Día 10

Hertems, bastante explotado y bastante hasta los cojones también, tenía claro que tenía que huir. Lo que no tenía tan claro era cómo. No podía moverse, no podía convencer a nadie de que estaba atrapado allí (¿Ustedes harían caso a lo que les dijera un servilletero? ¡Pues imagínense como se la suda a todos lo que les cuente un servilletero vidente!) Sólo podía esperar mientras daba absurdas predicciones a todo tipo de gente: A un japonés le dijo que en cuestión de unos quince años, los aliens serían la raza dominante y no tenía que preocuparse por el suyo, qué jamás le traicionaría pero las relaciones sexuales costarían. Le predijo mucho mal a Pasto y Terre en sus vidas y en la de sus familias cuándo vinieron a preguntarle si tenía un boli, ya qué papel le sobraba. También vió desde allí a Stefanep, que le miraba desde lejos con cara mezcla de pena y de “jódete capullo, haberme dado las gracias” mientras tomaba café irlandés y croissant francés con su novia japonesa Ono Yoko que iba vestida como una renacentista inglesa en plena época de esplendor de la ópera italiana. Otras que pasaron por el mal trago, nunca mejor dicho, del chupito de Craken egipcio fueron Alicia Tockneville y Virginia Fox, que querían saber si Sinfosio y Pulkino iba a sacar una nueva línea de desodorantes vaginales, a lo que él respondió que eso no existía, o al menos no lo había visto nunca, aunque también era verdad que pocas vaginas había visto Hertem(y no digamos olido) …Hasta Gustav Pliennette, el hijo de Rossetta, se acercó después de haberse llevado desde el primer capítulo de autoservicio sin venir, para preguntarle que marihuana sería la que triunfaría este año en el concurso de la revista “Ciego gordo”, referencia en Holanda acerca de cultivos psicotrópicos. Hasta la tele se pasó por allí, pero Rocha nunca dejó entrar una cámara ya que creía firmemente en la tradición Masai, que dice que las cámaras captan el alma de la gente y se la roba. Y estaba la cosa cómo para que le robaran el alma. Así se lo hizo saber desde la puerta, mientras les tiraba ajos, pepinillos, bocatas mordidos de tortilla y hasta un microondas, para que así pudieran purificar su alma

Pero hubo una visita que cambió el destino de Hertems…la visita de Judith Chávez.