HISTORIAS DEL AUTOSERVICIO. Capítulo 28 y 1/3: Los peores 10 días de mi nueva y metálica vida
Día 1
Cuando todos terminaron de reír la gracieta de Pasto y Terre que, muy ingeniosamente, le hacían ver el lado bueno de ser un servilletero al pobre Hertems, la gente fue saliendo lentamente del autoservicio ya que aquello apestaba a una mezcla de gasolina, triskys pasados de fecha y restos de pino infestado de procesionaria. Aparte, claro está, que la imagen de un sitio con charcos de sangre que ni en Kill Bill oiga, como que no se prestaba mucho al consumo. (Ver capítulo 13, tercera parte)
Hertems, intentando hacerse a la idea de cómo sería su nueva vida, decidió salir también. Le dijo a Stefanep que le cogiera y se lo llevara a su casa. Stefanep puso cara de haberse comido una guindilla roja mojada en salsa de churrasco, y le respondió:
- ¿A mi casa tío? No, no, no… ¿cómo quieres que le explique lo tuyo a Ono? Llevo viviendo con ella un mes, creo que es la chica de mis sueños y ¿pretendes que llegue con un servilletero parlante? ¿Qué clase de persona pensaría que soy?
- Pues Stefanep, pensaría que eres una persona lo suficientemente honrada como para ayudar a UN AMIGO al que, con perdón de la expresión, le has jodido la vida – dijo Hertem
- ¡AH, acabáramos! Así que te he jodido la vida… ¡Te la he salvado, Hertem! ¡Estabas medio muerto, despedazado! ¡Tendrías que besarme los putos pies con tus grises y deslumbrantes labios metálicos y dejar de pedirme favorcitos, qué ya tienes una edad, coño! ¡Anda y que te den!
Y Stefanep se fue. Sin más. Ni corto ni perezoso, se largó dejando atrás los insultos de Hertem a grito pelado (insultos muy académicos por otra parte, como zopenco y bellaco) Atraído por estos gritos, se acercó Rocha:
- ¡Woooowowowowowowow! ¿Hablas?...
Día 4
Héctor Rocha estaba MUY loco, pero no se puede negar que tenía un don para el marketing. El autoservicio cerró un día para limpiar por completo (o al menos, limpiar sangre y vísceras, que eso como lo dejes se reseca y ni con Cillit Bang oiga). Al tercero, como Dios pero en cuatro días menos, descansó. Y al cuarto, reabrió con una gran novedad que se encargó de publicitar con unos grandes neones que le costaron una pasta; éstos rodeaban el autoservicio y rezaban textualmente: “El hombre-servilletero te leerá el futuro si te bebes un chupito de licor de Craken egipcio WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOW. No se admiten reclamaciones en caso de incumplimiento ya que el destino no existe y el futuro fluctúa por tus estúpidas decisiones diarias. Un saludo Mamá”
Día 7
Al lado de la máquina musical que provocó la crisis nerviosa de Chris Stockholm, había situado Rocha a la nueva atracción: Hertems. Estaba en un pedestal de acabado jónico-corintio comprado en el chino de al lado, rodeado de luces de navidad ya que el presupuesto de Rocha se acabó con la columnita y tapado por un cristal a modo de campana, que me gustaría decir que era cómo el que tapa los donuts en todos los autoservicios de las películas, pero no diré que era cómo ese porqué era exactamente el mismo que los cubría hace menos de una semana. Ahora los donuts estaban a la fresca y, curiosamente, esto junto a la presencia del “vidente” hizo que aumentaran los beneficios. La gente siempre fue gilipollas, en resumen.
Día 10
Hertems, bastante explotado y bastante hasta los cojones también, tenía claro que tenía que huir. Lo que no tenía tan claro era cómo. No podía moverse, no podía convencer a nadie de que estaba atrapado allí (¿Ustedes harían caso a lo que les dijera un servilletero? ¡Pues imagínense como se la suda a todos lo que les cuente un servilletero vidente!) Sólo podía esperar mientras daba absurdas predicciones a todo tipo de gente: A un japonés le dijo que en cuestión de unos quince años, los aliens serían la raza dominante y no tenía que preocuparse por el suyo, qué jamás le traicionaría pero las relaciones sexuales costarían. Le predijo mucho mal a Pasto y Terre en sus vidas y en la de sus familias cuándo vinieron a preguntarle si tenía un boli, ya qué papel le sobraba. También vió desde allí a Stefanep, que le miraba desde lejos con cara mezcla de pena y de “jódete capullo, haberme dado las gracias” mientras tomaba café irlandés y croissant francés con su novia japonesa Ono Yoko que iba vestida como una renacentista inglesa en plena época de esplendor de la ópera italiana. Otras que pasaron por el mal trago, nunca mejor dicho, del chupito de Craken egipcio fueron Alicia Tockneville y Virginia Fox, que querían saber si Sinfosio y Pulkino iba a sacar una nueva línea de desodorantes vaginales, a lo que él respondió que eso no existía, o al menos no lo había visto nunca, aunque también era verdad que pocas vaginas había visto Hertem(y no digamos olido) …Hasta Gustav Pliennette, el hijo de Rossetta, se acercó después de haberse llevado desde el primer capítulo de autoservicio sin venir, para preguntarle que marihuana sería la que triunfaría este año en el concurso de la revista “Ciego gordo”, referencia en Holanda acerca de cultivos psicotrópicos. Hasta la tele se pasó por allí, pero Rocha nunca dejó entrar una cámara ya que creía firmemente en la tradición Masai, que dice que las cámaras captan el alma de la gente y se la roba. Y estaba la cosa cómo para que le robaran el alma. Así se lo hizo saber desde la puerta, mientras les tiraba ajos, pepinillos, bocatas mordidos de tortilla y hasta un microondas, para que así pudieran purificar su alma
Pero hubo una visita que cambió el destino de Hertems…la visita de Judith Chávez.
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