lunes, octubre 15, 2007

Historias del Autoservicio. Capitulo 22. MARCHANDO UN DESCAFEINADO

Madelaine entró como una exalación por la puerta del autoservicio; llevaba unas cinco horas conduciendo y se sentía sucia y especialmente nerviosa; desde siempre el coche le producía un estrés asombroso y como consecuencia se ponía a blasfemar de todo lo que sus sentidos percibían e insultaba a cualquiera que se le pusiera por delante, y más ese día en el que tenía una razón para estar estresada; había quedado a las 8 en el pueblo que estaba a unos escasos diez kilómetros del autoservicio, y tampoco es que la cita requiriera mucha puntualidad, ya que había quedado con su hermana para visitar a su sobrina que acababa de nacer, pero ella (como tantas otras cosas) era una maniática de la puntualidad y sólo de pensar que podía llegar un minuto tarde se le revolvían las tripas.
-sólo será un minuto, necesito tomarme algo y relajarme- decía mientras se revolvía como una posesa en el asiento de la primera mesa que había visto vacía.




Madelaine había nacido en ese pueblo pero con 17 años
se había marchado a estudiar fuera, se licenció en Historia de América
y estaba preparando su doctorado: “la felación en
la cultura moche, ¿chuparla por gusto o por culto?. Le encantaba hacerse
la manicura francesa (y que se la hicieran), meter las uñas en vinagre de
manzana verde y coleccionaba todas las películas en las que Billy Bob
Thornton hiciera un cameo.






-Pero donde coño estará el camarero, hay que joderse, con la hora que es, me cago en…-
-Ey ey, sin prisas rubia, ¿qué quieres? Dijo Roen echándole una mirada lasciva-
-Un descafeinado de máquina, por favor-
-¿Con leche?,- Preguntó Roen mientras se llevaba la mano a aquella zona donde la entrepierna pierde su nombre.
-¿Crees que con esa cara eres capaz de follarte a alguien? No me toques los cojones- Y muy decidida, Madelaine se levantó, fue hacia el mostrador y ella misma se sirvió el café de la primera cafetera que vio.
-Jódete zorra, te has hechado café puro- Roen se dio media vuelta y se marchó riéndose a carcajadas mientras Madelaine hecha un manojo de nervios volvía a su mesa. Acababa de sentarse, cuando justo de la mesa de al lado escuchó un : “hola, ¿quieres ser mi amiga?” Madelaine puso los ojos en blanco después de girarse y ver como una chica con cara de mema la miraba extasiada al mismo tiempo que sostenía una pequeña grabadora con sus auriculares. “no tengo amigos, sólo me quedan los sollozos de unos cuantos niños, ¿los quieres escuchar?”.
-Me cago en la puta ostia- Madelaine respiró profundamente y antes de que un torrente de insultos salieran de su boca acertó a levantarse disimulando su mala leche en esos momentos. –Voy a echarme un poco de agua, quizás se me pase el mal humor- (aunque lejos de eso, los sorbos de café negro que se había tomado empezaron a surtir su efecto).
Entró por el largo pasillo que daba a los servicios pero cuando llegó se encontró con una desagradable sorpresa; en la misma puerta de entrada del baño de mujeres estaba Roen, fumándose un canuto y rascándose las pelotas;
-Hombre si está aquí la zorra más zorra de todo el jodido bar, pero ¿qué pretendes?, ¿entrar al servicio? Jojo pero si tu deberías de mear en las farolas, como las perras, pero si ni siquiera debes tener bragas…¿a ver?.-
En el mismo momento en el que Roen bajó su jeta para metérsela a Madelaine entre las piernas ésta echó mano del bolso y con su cortador de cutículas, (caríiiiismo, hay que encargarlo por internet y con varios meses de antelación) le metió un tajo en toda la aorta; se la reventó comenzando a sangrar como un cerdo; Madelaine lo empujó al interior del baño para terminar la faena pero justo cuando tenía a Roen acorralado junto a la mariconada esa de mueble que ponen para dispensar las compresas, entró una mujer ya entrada en años;
-¿Pero qué alboroto es este? Coño Madelaine!!, Querida pero ¿desde cuando llevas aquí? Que alegría volver a verte!- (la vieja pasó del nota tirado en el suelo como si fuera una colilla)-


Susan Winchester llevaba toda su vida en el pueblo,
Por eso estaba tan aburrida y se dedicaba a hacer bizcochos de
Pasas y a beber orujo cuando la absenta se acababa en la
Licorería de al lado de su casa. No se perdía un capítulo de
“la Gata Salvaje”y recitaba el poema de Diez cañones por banda
cada vez que tenía oportunidad.



- Tía Susan, ¿Cómo te encuentras?, ¿y tu vesícula?, ¿te operaron ya?-
-Sí querida, todo muy bien, pero, ¿y este señor? ¿Qué te ha hecho?-
-No me puso el café como yo quería-.
-Por supuesto! Estos camareros están cada día más rebeldes, yo de hecho estaba pensando en hacerle una visita a Gunter, no sabes con qué desorden coloca la prensa, es imposible encontrar el Diez Minutos, y eso que ahora viene con suplemento-.
-¿Gunter??...sí ya recuerdo, un poco desordenado pero el único que folla medio bien de todo el pueblo, mejor déjalo tranquilo un poco más-.
-¿Tú crees querida?, yo diría que follando es muy normalito…ehh bueno hablemos de otra cosa, (Susan se llevó una mano a la cabeza mientras Roen con cara de pillado las miraba con los ojos desorbitados). – Vienes a ver a tu hermana supongo, ¿no?-
-Sí- Respondió Madelaine mientras quitaba un trozo de piel de Roen del cortador de cutículas. Pero mira qué desastre he armado, ahora sí que llegaré tarde, pero es que no me ha dejado otra opción, qué café más malo, coño-.
- Querida no te preocupes, tú vete que yo me quedo aquí, estoy acostumbrada a hacer estas tonterías, en un minuto te lo dejo como los chorros del oro-
-¿harías eso por mí, tía Susan?, Muchas gracias, no sabes cuando te lo agradezco-.
Tía Susan esbozó su mejor sonrisa, -No es nada cielo, tú márchate tranquila y disfruta de tu sobrina, está preciosa, pero eso si, ven a verme antes de irte, te haré mis famosos bizcochos, verás que bien te sientan-.
-No lo dudes tía, mañana mismo me paso por tu casa, dale recuerdos al tito!, adiós!.
-Claro que si querida, yo se los doy, y ojalá que pases una buena temporada en el pueblo, se echan de menos chicas tan honestas y buenas como tú!, un beso!-.
…y mientras tanto, Roen, escupía sus últimas gotas de sangre.




By: Cristina