viernes, diciembre 14, 2007

HISTORIAS DEL AUTOSERVICIO. Capítulo 28 y 2/3: Judith no es un nombre de tango.

Judith Cháves entró en el autoservicio a media tarde, sabía qué esa era la hora en la que Héctor siempre estaba en el local, ya que era su “momento clever” como a él le gustaba llamarlo. Siempre se le erizaba un poco el pelo al entrar, como con una especie de escalofrío. “Los malos recuerdos…” intentaba autoconvencerse siempre, pero en el fondo, una recóndita parte de su cerebro sabía que lo echaba de menos, ese ritmo frenético, esa gente tan rara, ese dueño tan loco y tocarse mucho el higo, con perdón, cobrando muy bien.

Ella fue camarera del autoservicio hace mucho tiempo, llegó a conocer al antiguo dueño y el antiguo local. Pero lo dejó por implicaciones sentimentales con un cliente un poco maníaco persecutorio, cuyo nombre no podía recordar por su difícil pronunciación. Tuvieron una historia de amor de flechazo, de ése que en cuánto se cruzan miradas se ve venir ya lo demás, de ése que incluso te agobias pensando en que jamás encontrarás otra persona más adecuada para ti, de ése que te vuelve imbécil perdido y haces cosas que no harías con la gente que no te importa una mierda (curioso esto del amor, sí)

Pero en cuánto ella le comentó que tenía pensado ir de misionera al Amazonas para ayudar a los pobres indígenas a no limpiarse el ano con ortigas, él pasó de ser un mindundi (su mindundi) a convertirse en lo más parecido a Ramón García puesto de cocaína, un pesado que te cagas. Dejó el autoservicio y él comenzó a mandarle kilos de rosas empaquetadas al vacío con una nota que jamás encontrada ni buscada entre las espinas; siguió el particular acoso mandando tunos bajo su ventana para que le cantaran la del lunar en la nalga (¿o era en la mejilla?); cuándo se dio cuenta de que los tunos no funcionaban, mandó unos mariachis…y más tarde al grupo El Sueño de Morfeo, lo que le costó a la pobre muchacha una orden de alejamiento de los vecinos y un forzoso traslado. Y es que una cosa es armar ruido y otra cosa es ya lo del Sueño de Morfeo. Ya que tu marido cobra 40 millones de euros al año (como se han encargado los medios de grabarme a fuego en la mente), podrías dejar de trabajar y así descansas tú y los oídos de todos los desgraciados que hayamos tenido que oírte alguna vez.

Desahuciada, la pobre Judith pensó que así, al menos, no sabría dónde mandarle más músicos de mierda. Pero claro, él comenzó a perseguirla. Parecía un Batman cutre, sin los músculos. Sabía siempre dónde estaba, aparecía por las esquinas oscuras reclamando amor. Así que ella, sin ningún tipo de explicación, cogió camino y se fue al Amazonas dónde vivió experiencias inigualables y le picaron muchos bichos distintos, provocándole ronchas multiformes y multicolores, cuales cereales de avena con colorines pegados a la piel.

Y ahora ha vuelto, no tiene ni una moneda ahorrada y como lo de ser voluntario es, como su propio nombre indica, para pobres (los ricos hacen másteres)…decidió pasarse a pedirle a Héctor Rocha dinero atrasado, cosa que había hecho ya varías veces antes de irse de viaje a la selva y siempre había colado.

Al entrar vio a Héctor en la barra tirándose pedos sobre los fogones de gas con la llave de paso abierta (momento clever). Al dirigirse hacia él, observó el pedestal dónde se encontraba el pobre servilletero vidente, y al mirarlo de cerca, sintió que los ojos de ese servilletero le resultaban familiares…muy familiares…y de repente…recordó el nombre que llevaba buscando desde que pensó en volver a aquel psicodélico autoservicio. Entonces, espetó con una voz temblorosa, entre miedo, regocijo y ganas de cagar atrasadas:

- ¿¿¡¡ Hertems ??!!

Hertems, que estaba un poco traspuesto ya después de 10 días diciendo gilipolleces a todo el mundo, también se sobresaltó al verla y dijo:

- ¡¡¡ QUE ME ASPEN !!!

Judith Chávez fue campeona del mundo de tamaño de espalda en Córcega, subcampeona de waterpolo con la selección de Chile en el hotel Hesperia de Chicago y tercera en el Tour de Francia femenino de doping sin pastillas internacional. Quizá por eso sus hormonas andan algo alteradas. Ella está cansada de desmentir su transexualidad, aún a pesar de que la duda sigue estando, cosa que nunca se explicó. Siempre fue una chica (o no) solidaria y ha dado más de tres vueltas al mundo yendo a distintos lugares arreglando problemas que, al fin y al cabo, se hubieran caído por su propio peso; pero ella disfrutaba mucho conociendo nuevas culturas, aunque tuvo un problema diplómatico al estrangular a un indígena del Amazonas en su último viaje al levantarle el guarrete la bata de voluntaria mientras gritaba "ula jsuse paketon" (que viene a significar: yo creo que ésta tiene rabo) Le atraían los inventores; quizás por eso estuvo con Hertems, o quizás porque nadie más quiso estar con ella. Nunca lo sabremos, o sí.